Los niños necesitan libertad para expresarse, para jugar, aprender y compartir con quienes sientan una buena compañía.

Sin embargo, hay adultos que deciden, eligen y toman decisiones sin tener en cuenta sus verdaderas necesidades. En lugar de centrarse en ellos e interesarse en lo que piensan y sienten, se aventuran en dirigir sus vidas creyendo que es lo mejor para ellos.

Algunos niños de Argentina están volviendo a las aulas en un contexto muy distinto a lo que estaban acostumbrados, con nuevos hábitos, viendo caras tapadas, separados de sus compañeros y con la prohibición de tocarse, ni siquiera para jugar y saludarse.

Quizás los niños esperen ver y abrazar a sus amiguitos luego de varios meses sin verlos físicamente. Los que tuvieron mayor “suerte” los han visto tras las pantallas de alguna computadora o celular. Pero seguramente con esos deseos de jugar, divertirse y compartir momentos con ellos.

Pero lejos de lo que los niños podrían aspirar o sentir, se encontrarán con sus amiguitos detrás de una máscara o barbijo, que quien sabe si les permitirán reconocerlos. Y lamentablemente no podrán darle ese beso y ese abrazo que muchos tanto desearán. El distanciamiento no solo será corporal, sino afectivo y emocional.

La escuela debería ser un lugar saludable, rico en experiencias que enriquezcan sus vidas y que se viva el aprendizaje con alegría. Y sin embargo, el entorno donde se producirá o no este aprendizaje no parece ser el más adecuado.

La deshumanización se acentúa cada vez más, el vínculo afectivo necesario para aprender se aleja, las palabras se vuelven sonidos incomprensibles detrás de un barbijo, el abrazo necesario para demostrar amor y contención es prohibido. Y en este entorno se pretende que los niños aprendan…

Los niños para aprender necesitan un ambiente donde prime lo afectivo, necesita de palabras claras para entender lo que muchas veces no comprende, necesita tomar esa mano del amigo o amiga para jugar, para sentir su compañía, para brindar su apoyo. Todo niño necesita moverse, tomar los materiales que el docente le acerca, compartir sus lápices, libros, compartir su merienda o simplemente sentir la calidez de su docente o compañero que le acaricia la espalda cuando necesita consuelo.

Pero no, nada podrá pasar entre esas frías paredes de las escuelas…Seguimos creando muros, seguimos separando el aprendizaje del afecto, seguimos deshumanizando la educación…Seguimos pensando en el acceso a los contenidos y cumplimiento de un currículum… Siempre pensando en los objetivos que deberían alcanzar los niños en la escuela en un tiempo estipulado.

Y mientras tanto, seguimos sin pensar en los niños. Y mientras eso siga ocurriendo, este mundo tiene escasas oportunidades para cambiar. Los niños son portadores de sabiduría, bondad y pureza, entre tantas otras cualidades. Si se tuviera en cuenta este tesoro que cada niño guarda en sí mismo, todo sería diferente,  estaríamos en camino de ser una sociedad más humana.

Creo que estamos a tiempo de despertar y unirnos para evolucionar y crear un mundo mejor. Y juntos podemos.

Que los niños sean nuestra prioridad de cuidado, respeto y amor. Ellos se lo merecen.

Alejandra Sandoval

Lic. Prof. en Psicopedagogía

Creadora y Coordinadora de www.educacionycrianza.com y www.areapsicopedagogica.com.ar