Los momentos de quiebre son momentos ideales para nuevos inicios. Dentro de una
estructura que nos muestra hace rato que ya es obsoleta, nos desafía a explorar y a encontrar
nuevas formas acorde a las muchas realidades y necesidades.
Lo único constante en la vida es el CAMBIO. Así, pretender seguir enseñando de la
misma manera en que venimos haciéndolo cientos de años, parece ilógico. Sin embargo, el
apego a lo conocido, nos inhabilita a la exploración orgánica de nuevas formas. Gracias a
pertenecer a una gran fuerza que trasciende las decisiones personales, los cambios llegan más
allá de nuestra aprobación o desaprobación. Estar permeables y disponibles a la fluidez
orgánica de la existencia, nos lleva únicamente a aciertos.( más allá de que el camino no sea el
que hayamos trazado).
Movernos en la incertidumbre con confianza es un nuevo desafío y aprendizaje para
todos nosotros/as. ¿Cómo podemos entonces sentir esta confianza y entregarnos a las nuevas
tareas de la vida, a la nueva educación que se nos está pidiendo?.
Qué es lo correcto y lo incorrecto cuando lo nuevo aún no está y lo viejo no funciona?.
Seguramente esten como yo llenos de interrogantes, y aun habiendo investigado tal vez nada
parezca cerrar. Los interrogantes, mientras no inhabiliten a la acción y a la decisión, son
hermosos motores de aprendizaje y de descubrimientos. La filosofía tiene como premisa a las
preguntas que nos llevan a la reflexión, al pensamiento empático y a la sabiduría. Los niños
aprenden a través de la pregunta y la investigación, trayendo una filosofía nata de vida. Parece
que desafiarnos a preguntar y a cuestionar para romper las viejas formas y encontrar nuevas
nos lleva a los adultos a un sinfín de miedos y de dudas que nos paralizan.
Traer una nueva educación significa a mi entender sanar a los niños interiores de los
adultos para animarnos a conectar con aquello que (en nuestra infancia) nos hubiera gustado y
no pudo ser. Así como los adultos sabemos que para “ciertos maestros, ciertos alumnos” en la
educación de la niñez debería suceder lo mismo. No hay una única forma de enseñar ni una
única pedagogía que supere a las demás. Los niños nos traen el desafío de lo impredecible de
la mutación constante, llevándonos a la necesidad de encontrar y crear diversas variables que
se adapten a los procesos de investigación, creación, de aprendizaje y enseñanza.
¿Cómo te hubiera gustado aprender cuando fuiste niña? Creo que todas las familias y
educadores que sentimos esta llamada y aceptamos este desafío es porque nuestra niña
interior tiene mucho para mostrarnos, para contarnos y para enseñarnos.
Les dejo una guia practica para respondernos con nuestra mejor honestidad y a corazón
abierto:
¿Qué es educar para vos?
¿Con qué propósito y finalidad educas?
¿Educar y enseñar es lo mismo?¿Enseñar y aprender es lo mismo?
¿Cuál crees que es el rol del adulto dentro de la enseñanza y la educación?
¿Tienes lindos recuerdos en la escuela relacionados a cómo aprendiste? ¿Te gustaría que los
niños de hoy aprendan de esa forma?
¿Conoces tus virtudes y tus dones? ¿Te ayudaron a potenciarlos en la escuela?
¿Te acordás cómo eras de niño/a, como era el mundo para vos? ¿Que querías ser cuando
fueras grande? ¿Cuales eran tus deseos? ¿Los has conquistado?
A medida que crezco me voy dando cuenta de lo que tenía de niña que fui olvidando,
escondiendo y bloqueando. Sentía que no podía compartir mi visión sobre la vida, a quien
hacerle preguntas sobre la existencia, la sabiduría y el mundo mágico me acompañaban pero
parecía que no encajaban con la realidad humana de aquel entonces. Creo que mi lucha
interna y externa fue tratar de adaptarme a un mundo social que siento ilógico y hostil, mientras
atesoro al mundo humano sagrado. La maduración de mi alma encarnada me llevó a expresar
de a poco a ese mundo interno, y así sincrónicamente ir encontrando una red de resonancia de
hermosos seres, ansiosos de compartir, de enseñar, de aprender. Hoy se que no es una lucha,
sino más bien, una conquista de mi alma, que reconoce lo que vino a hacer junto a otras almas.
Hoy ese mundo interno se habita,y se expande para así ser mundo externo cohabitado,
compartido y co creado desde muchos para muchos Somos una red de mundos internos
resonantes que crean al mundo externo .
El momento en el que el mundo interno rebosa de radiancia y creatividad es durante la
niñez. El alma recién llegada a este planeta trae las memorias, las conexiones y la información
energética (a través de imágenes sensoriales y de sensaciones; y a través de percepciones,
intuiciones y visiones) a flor de piel. Durante los 2 primeros septenios el niño nos muestra toda
la información energía que trajo para ser manifestada a lo largo de toda su vida. Sin embargo,
en vez de acompañarle en su viaje de vida, nos esforzamos en meterlo dentro de un cuadrado.
Un cuadrado que alguien, alguna vez, hizo lo mismo con nosotros/as. Muchos por suerte nos
dimos cuenta que entramos a ese cuadrado, a esa matrix, solo para transformarlo, aunque nos
ha costado muchísimo, y en muchos casos demasiado. Es nuestra misión como guías y
acompañantes de estas nuevas semillas no ofrecerles más ese cuadrado, y que juntas y juntos
vayamos encontrando las nuevas formas mutables.
Tenemos el propósito como manada humana de crear un mundo externo que nos
contenga y que nos habilite. Tenemos la misión y el llamado a transformar la forma, el modo y
la manera en cómo nos vinculamos: como somos con el otro, con nosotros mismos, con el
hábitat y el entorno. Todo cambia, hay ciclos que se cierran, y otros nuevos comienzan. Una
nueva humanidad emerge, y con ella una nueva educación.

Agustina Fernández Caldentey

  • Agustina ha realizado el Curso Virtual «Educación holística para niños de 6 a 12 años». El escrito forma parte de su tránsito por dicho curso, como expresión de su propia experiencia y como respuesta a la propuesta realizada al finalizar la cursada.